domingo, 1 de mayo de 2011

El voto secreto de los diputados

La Asamblea Legislativa no tiene Directorio, y la Presidenta no ha podido presentar su informe del 1 de mayo.  Dejando de lado el análisis técnico jurídico - que dejo a otros, con más conocimiento en ese campo, y que no constituyen, de todas maneras el fondo de una crisis eminentemente política - quisiera invitarlos a conversar sobre un aspecto central de esta crisis:  ¿debe ser secreto el voto de los diputados, por lo menos en ciertas circunstancias?

Empecemos por reconocer lo obvio.  El reglamento legislativo permite el voto secreto y su utilización ha sido común, particularmente en el tema de nombramientos.  Pero esto no da fundamento constitucional a ese voto secreto (el artículo 93 de la constitución, citado hoy en este debate, expresamente se refiere al voto de los ciudadanos ante las Juntas Electorales) ni mucho menos legitimidad política.

Para defender el voto secreto se argumenta que el diputado debe votar libre de presiones, obedeciendo solo a la voz de su conciencia.  En el caso de nombramientos, se ha argumentado que el voto debe ser secreto para que el eventualmente nombrado no quede indebidamente agradecido con quien le dio su voto, ni tampoco resentido con quien se lo negó.

Estos argumentos son enteramente falaces.  Los diputados están sometidos a todos tipo de presiones, todos los días, por la naturaleza de la función que desempeñan.  El voto secreto no los protege o exonera de tales presiones:  simplemente les permite hacer tratos de espaldas al soberano que los eligió y sin dar explicaciones de su conducta.  Y en cuanto a los nombramientos, cualquiera que conoza estos procesos sabe que tanto los candidatos ganadores como los perdedores tiene una buena idea de quien votó por ellos y quién votó en contra pero, de nuevo, el voto secreto le ahorra al diputado explicaciones a las que, por el contrario, debería estar obligado.

Y se podría decir que como no hay reelección inmediata de diputados y como la elección es por lista, poco gana el electorado conociendo los votos de un diputado, pero este argumento también es equivocado:  el señor que hoy es diputado mañana participa en las elecciones internas de su partido, aspira a ser nombrado en un puesto que requiere aprobación legislativa o es candidato para un ministerio.  En todos estos casos, la democracia está mejor servida si los votos del señor o la señor en cuestión son públicos y están sujetos a examen.

Reconozcamos una segunda obviedad:  al amparo de votos secretos se hacen tratos secretos.  Que nadie pretenda virginidades políticas y velos blancos y diga "¡Jamás!".  Se hacen negociaciones y se hacen tratos, a puerta cerrada, y si esa ha sido la costumbre y la forma normal de conducir estos asuntos, bien harían los diputados es despertar de su sueño y reconocer que estos secretismos ya no son de recibo.

Y esto nos lleva a la tercera y última obviedad:  el diputado no se representa a si mismo, sino que representa a quien lo eligió, y a ese que lo eligió debe rendirle cuentas de sus actos.  Por esto, el voto de los diputados debe ser nominal siempre:  porque el diputado debe darle la cara a sus electores y responder por sus decisiones.  Es un principio elemental de transparencia y rendición de cuentas y no se vale esconderse detrás del reglamento legislativo - que los diputados pueden cambiar - para negarle al soberano el derecho a saber qué han hecho sus representantes.

2 comentarios:

  1. Shirley Malespín1 de mayo de 2011, 23:20

    Estoy completamente de acuerdo. Los ciudadanos tenemos derecho al voto secreto porque no tenemos que darle cuentas a nadie si votamos por uno o por otro. No obstante los puestos de elección popular le deben cuentas a sus electores por las decisiones politicas que toman, porque los elegimos para que nos representen y sobre todo si se trata de una elección del directorio legislativo, que nos compete a todos. Ampararse en que "el voto secreto" es politiquero y provoca la desconfianza del ciudadano, pues en el secreto quedan también los acuerdos y las negociaciones detrás de ese voto, que como todo almuerzo, nunca es gratis.

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  2. Totalmente de acuerdo, Jorge. Creo que esta frase lo resume todo de manera prístina:

    "El voto secreto [...] simplemente les permite hacer tratos de espaldas al soberano que los eligió y sin dar explicaciones de su conducta."

    Lo de ayer fue un bochorno, y lo peor es que ambos bandos se presentan como los defensores de la pureza del sufragio, cuando ambos lo que pretendieron fue acomodar el reglamento de acuerdo a sus intereses particulares. La transparencia era lo que más lejos estaba de sus intenciones, y sin embargo es la que hubiera servido para "desfacer el entuerto" de la mejor manera.

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